Novela: Crímenes
imperceptibles (2003)
Autor: Guillermo
Martínez
Editorial Planeta
Un argentino de 22
años, graduado en Matemáticas, consigue una beca para estudiar en Oxford un
doctorado en Lógica en 1993. Alquila una habitación en el subsuelo de la casa
de Mrs Eagleton, quien vive con su nieta Beth (29). Enseguida hace amistad
jugando al tenis con una chica, Lorna.
Los hechos conocidos
como “la serie de Oxford” comienzan el primer miércoles de mayo. Cuando va a
pagar el alquiler se cruza con el famoso matemático Arthur Seldom, juntos
descubren que Mrs Eagleton fue asesinada. Si bien estaba como dormida en su
sillón, de su nariz chorreaba un hilo de sangre y a su lado estaba tirado un
almohadón también manchado. Evidentemente el asesino busco hacer el menor daño
posible para que nadie lo vea como un crimen (son crímenes imperceptibles).
Interviene el inspector Petersen, de Scotland Yard. Cuando éste se va, Arthur
le muestra al argentino un mensaje que encontró que decía: “3 pm, el primero de
la serie. O”, entonces entienden que la
“O” es el primer símbolo de una serie lógica.
Seldom recuerda que
hace tiempo escribió un libro sobre series lógicas que incluyó un capítulo
sobre crímenes en serie, en el que sostiene que estos se caracterizan por la
monotonía y la repetición, y que no suelen ser similares a las novelas
criminales porque en la realidad no suele haber crímenes intelectuales.
“El segundo de la
serie, Radcliffe Hospital, 2.15 pm,()”, el mensaje fue pegado las
puertas del Instituto de Matemáticas, donde trabaja Seldom y estudia el
argentino. Efectivamente en el hospital muere Ernest Clark, un hombre de más de
90 años, que casualmente ocupaba la cama de al lado de la de Frank, un amigo de
Arthur, que estaba internado en estado vegetativo en el piso al que llaman la
“pecera”. La autopsia no revela nada extraño, como si hubiera muerto de un paro
cardíaco.
Allí en el hospital, a
donde Seldom va diariamente a visitar a su amigo, se cruzan con un hombre que
lee un libro que a Seldom y al argentino les llama la atención: Jesús y los
pitagóricos. Se trata de Ralph Johnson, un padre que tiene a su hija, Caitlin,
internada en espera de un transplante de pulmón.
La semana siguiente
Beth, quien toca el violoncelo en un orquesta los invita a Arthur, que era el
mejor amigo de sus padres (quienes mueren en un accidente de tránsito junto con
la esposa de Arthur, quien fue el único sobreviviente) y al inquilino argentino
(Guillermo) a ver su la presentación de la orquesta en el teatro. Allí
presencian el tercer crimen de la serie, cuyo mensaje cerraba con un dibujo de
un triángulo: el percusionista del triángulo, muere agarrándose la garganta
como si un hombre invisible lo estuviera estrangulándolo. Nuevamente la
autopsia indicó paro respiratorio.
Deciden publicar la
serie y su resolución en el diario, para detener al asesino. Los símbolos se
refieren a la representación de los números en la doctrina pitagórica, 1,2, 3 y
4: el siguiente de la serie es el Tetraktys, que se dibuja con diez puntos
sobre el triángulo ciego. Pero no logran detener el cuarto crimen de la serie.
Esta vez el mensaje fue enviado por teléfono a la unidad de emergencias del
hospital Radcliffe, quienes se dirigieron al puente donde sucedería el crimen
según el mensaje. Al rato un micro escolar que llevaba a un equipo de básquet
de chicos down había caído del puente, 10 chicos estaban muertos pero el chofer
logró escapar antes de la caída. Uno de los pulmones de los chicos era
compatible con los de la nena Caitlin.
Recuerdan el libro
Crímenes perfectos, en el que se afirma que el crimen perfecto no es el que
queda sin resolver sino el que se resuelve con un culpable equivocado: se debe
mentir con la verdad como un acto de ilusionismo.
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