Sierra chica queda a 350 km al sudoeste de Buenos Aires y
sus 3 mil presos se distribuyen en
3 unidades nº27 de régimen semiabierto y
abierto, nº 38, sólo de régimen semiabierto, y nº2 de máxima seguridad donde se
alojan, entre otros, nuestro viejo
conocido Robledo Puch,
Alli el 30 de marzo de 1996 se desató la tragedia. Era sábado santo. Los cabecillas del motín fueron Marcelo Brandan Juarez y Jorge Pedraza. Junto con otros once presos de su bando se amotinaron. Protestaban por
las condiciones de encarcelamiento en el penal de máxima seguridad, pero cando quisieron huir por la puerta principal
uno fue asesinado.
Era semana santa, uno
murió, quedaron 12. Inmediatamente se hicieron conocidos como los doce
apostoles.
Furiosos por el asesinato de su compañero tomaron rehenes: 13 guardia cárceles, dos
pastores evangelistas, y a la jueza María de las mercedes Malere, jueza de Azul
que había ido a responder a su petitorio para poner fin al motín. No lo logró.
La tomaron de rehén. La apuntó el mismísimo Brandan Juarez.
Al motin se sumaron 1500 presos absolutamente
descontrolados. Sobre todo cuando capturaron a la jueza, ahí supieron que
estaban jugados.
Lo que empezó como un reclamo de mejoras en el descontrol
acabó con una guerra de bandas entre la de
los apostoles y la de Agapito
“Gapo” Lencinas. La banda de Lencinas perdió, él y 7 de sus hombres
fueron asesinados, descuartizados en los piletones y luego incinerados en el
horno de la panadería del penal. Entre los relatos macabros de ese día se dice
que jugaron al futbol con la cabeza de
Lencinas “pero sólo un rato porque pesaba mucho” y que los cocinaron en
empanadas que luego sirvieron a sus rehenes.
Desde afuera no se sabía nada, todo era hermético. Los
medios planteaban el peor de los escenarios cuando se arriesgaron a tomar de
rehén a la jueza, hablaron de 30 muertos
por ser suaves, temieron lo peor. En las afueras los familiares también estaban
amotinados.
Ocho días después, sin explicaciones ni pedidos, se levantó
el motín. Todos los rehenes estaban bien
y los huesos de lencinas y sus hombres aun estaban en el horno.
A los apostoles los trasladaron a Caseros, donde el 25 de
mayo de 1999 hicieron una revuelta “patria”. En noviembre de ese año el tribunal oral nº 11 los condenó a penas entre 7 y 10 años de
cárcel pero recién en el 2000 fue el juicio por lo de Sierra Chica.
Se les temió tanto que
el tribunal se instaló en el pabellón de máxima seguridad de Melchor
Romero y los presos declararon desde sus celdas atraves de cámaras. Nunca más se usó ese método, nunca más los jueces
tuvieron tanto miedo.
A los jueces se los acusó de homicidio simple,privación
ilegítima de la libertad calificada,
tentativa de evasión y tenencia de armas de guera. Pero como los presos tenían
un pacto de silencio y el motín había sido hermético fue duro probar lo
realmente ocurrido.
El 10 de abril del 2000 Jorge Pedraza, Juan Murgia, Marcelo
Brandan Juarez, Miguel Acevedo, Victor Esquivel y Miguel Angel Ruiz Dávalos
fueron condenados a perpetua.
Ariel Acuña, Hector Galarza, Leonardo Salazar, Oscar
Olivera, Mario Troncoso, Hector Cócaro, Jaime Perez y Carlos Gorosito Ibañez recibieron 15 años.
Daniel Ocanto y Lucio Bricka 12. Guillermo Lopez Blanco
descontó sus 6 meses de lo que había pasado en preventiva y Alejandro Ramirez
fue absuelto.
Chiquito Acevedo murió
preso en La plata, Leonardo Salazar fue vencido por el Sida, el gitano
Acuña se casó y tuvo un hijo en la cárcel luego de volcarse al evangelismo y de
forma irónica el casi absuelto Lopez Blanco
murió de un infarto poco después del fallo.
Los guardiacárceles siguen en el penal, sienten que no los atendieron bien luego del hecho, se
sienten abandonados por el estado y la institución. Luego de 8 días temiendo
por sus vidas como rehenes ni los
trasladaron. Les dieron prendedores que decían “honor al mérito” y que todos
tiraron…
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